27/04/2024

Las chuzas al viento, el tero



Tero común (Vanellus chilensis), nativa de América del Sur, muy común en muchas zonas de Colombia, Brasil, Paraguay, Perú, Chile y en las llanuras de Argentina. En Uruguay ha sido declarada ave oficial, además figura en el escudo del equipo nacional de rugby, lo que les vale el sobrenombre de “los teros”. Aunque habita en descampados, e incluso en ámbitos urbanos, su presencia es más usual en las cercanías de lagunas y cañadas.
El tero es un ave pequeña, de color poco llamativo pero muy elegante y estilizado, coronado por un pequeño y fino copete. Su plumaje es negro con mezcla de blanco, gris y pardo. También presenta algunas pequeñas tonalidades violáceas en la zona de las alas. La cola es de tamaño medio. Su cabeza es gris con rebordes blancos cerca del ojo y el pico. El pico es corto y de color rojo, salvo la punta que es negra. Los ojos son de color rojo intenso. Las patas del tero son largas y finas. Tiene tres dedos hacia adelante y uno muy corto hacia atrás.
Aunque en días de mucho calor o cuando se encuentra atemorizado repliega completamente sus patas, lo más habitual es verlo descansando apoyándose en una de ellas, mientras que la otra queda pegada al cuerpo. También suele quedar quieto doblando sus patas hacia atrás, explica el portal Rescatando mi cultura guaraní de Marisa López Palmeyro.
En su primer poemario, Fabián Yausaz volcó las impresiones que produjeron el paisaje y la lengua de Corrientes. Durante estos últimos días charlamos por teléfono para hablar de poesía, de aves, de autores. Recordó que el primer poema que lo cautivó fue “Para la libertad”, de Hernández. “Era ya en la adolescencia cuando escuché este poema que me motivó, me emocionó, sentí que la palabra te transporta, te enfervoriza. Lo escuché leído antes de escucharlo cantar ese poema a Serrat”. De aquel primer contacto con la lectura, Fabián pasó a escribir. Sobre ese camino iniciado sonríe, hace una pausa y cuenta que escribir “tiene que ver con las cosas cursis que hacemos en la adolescencia cuando estamos enamorados. Pero el compromiso con la palabra surgió a partir de que me fui a vivir a Corrientes”. Fabián vivía en Buenos Aires.
“Para mí hubo un antes y un después de un seminario que hicimos sobre Madariaga. Encontrarme con la palabra de Madariaga fue vital. Muchas veces me han preguntado por qué me he mudado de Buenos Aires a Corrientes. Podría responder que fue para que mis hijos se criaran en un entorno más saludable, cosas reales. Pero si tuviera que decir un motivo vital que me ha asentado y arraigado, sin dudas, es la relación que tiene con el ambiente, con el entorno y con la palabra. Para mí hubo un antes y un después de conocer a Madariaga. Llegar a Corrientes y encontrarme con él me marcó una relación con la palabra y el paisaje. Fue un renacimiento”, subraya.

Verbo
Las aves están ahí en el paisaje como compañeras visibles o invisibles a nosotros. La poesía al igual que otras formas del arte también pueden ser una compañía inseparable o ser invisibles a nosotros. Fabián pasó de ese encuentro fuerte con la palabra poética a poner él mismo palabras a sus vivencias, a su entorno. “La poesía me ha dado aire”, explica. “Para mí la palabra poética, ya sea leerla o escribirla, es como una bocanada de aire. Hace poco tuve una sensación muy cerca. Estaba en unasituación muy intensa, tenía que ver con revivir la muerte de mi viejo y con dejar ir ciertas cosas. En ese momento me acordé de un poema de Nancy Tocelli que se llama ‘El fuego no miente’. En ese momento sentí que las palabras de otro poeta le ponían verbo a mi vivencia. Sin la poesía, mi vivencia hubiera sido opaca. La palabra poética es un aire, ya sea ponerle palabras propias a una vivencia o encontrar palabra de otro que nombre la vivencia de uno, en ambos casos es una experiencia de aire”.
Fabián como lector y amante de la poesía también regala libros de poesía. “Regalo poemas de Madariaga porque se lo conoce poco en Corrientes. Regalo también poemas de Franco Rivero. Una autora que regalo es Marosa Di Giorgo, de Salto, Uruguay. Es una voz única. Una poeta distinta que me ha marcado”, la charla sigue y los nombres se ensanchan por escritores de distintos puntos del país. “Las palabras de estos poetas en algún momento de mi vida sentí que le ponían verbo a mi experiencia. Esa es la forma más auténtica que tengo de leer poesía”, subraya.

Fotografías
Existe un chamamé instrumental denominado “No me aflojes compañero”. Explicado por su autor, Tilo Escobar, nos refiere a que su melodía tiene ese sentimiento particular cuando se lo ejecuta y escucha. Un poco así sucede durante las salidas al campo por el litoral con el tero, porque es una de las especies de aves más presentes en esta región. Entonces, por su constante presencia, no puede faltar. Es finalmente un “no me aflojes compañero”, aunque sus constantes vocalizaciones avisen de antemano a las demás especies que hay observadores en la zona.

Laguna Soto
En letras mayúsculas el libro lleva por título “Laguna Soto”, de Fabián Yausaz. La obra la escribió después de un seminario sobre Madariaga. “Como en un éxtasis madariagal”, subraya. “Escribir fue el resultado de mi experiencia en el lugar donde vivo, Laguna Soto. El título del libro está pensado como una enciclopedia, como entrada de una enciclopedia a lugares íntimos. En esas páginas aparecen las plantas, las aves, el agua. Describí así el hallarse en un lugar. Mi lugar es Laguna Soto”, cuenta.
Sobre el final de la charla Fabián se muestra feliz de que hayamos escogido este poema para la sección de aves. “Los teros tratan de alejarte de sus nidos. Habían puesto los huevos en un lugar cercano adonde íbamos a tomar mate. Entonces estábamos tratando de proteger el nido para que no lo pisaran y a su vez ellos buscaban alejarnos a nosotros. Un día llegamos a tomar mate con unos amigos y estaban los tres huevos rotos. Dos teros se habían ido y el tercero se hacía el muerto en el pasto. Los teros sobrevolaban alarmados. El pichón se hacía el muerto. Era su estrategia de supervivencia. Cuando nos alejamos un poquito se fue volando con sus pares. Me emocionó ver cómo la vida se abre paso, desde el primer instante se hizo chuzo en defensa de su vida”.



Ya nació katu el pichoncito
Tan pichón y tan chuzo
echado sobre el pasto
Parece que está muerto,
pero es chuzo nomás
ya nació ya
se hace nomás el muerto
queda quieto
¿Seguro no está muerto?
tan flaco tan karacha
Mirá si será chuzo
que ni alza su cabeza
y si te descuidás
sale volando
con las chuzas al viento
a los gritos.