26/04/2024

Las Historias del doctor Picón: la silla de ruedas del PAMI



El médico correntino Julio Picón, quien ejerce en la provincia del Chaco, relato una nueva historia, estremecedora como tantas otras que le tocó vivir a lo largo de sus años de profesión en distintos lugares.
Esta vez la historia lo involucra junto a un paciente que falleció y cuyo final relata de una manera cruda -tal vez dura- pero muy real, y también a la silla de rueda en la que fue llevado al centro asistencial donde, vanamente intentaron los profesionales salvarle la vida.
La historia completa reflejada en las redes sociales del médico correntino es esta:
La camioneta paró y bajaron al paciente con dificultad; luego lo acomodaron en una silla de ruedas y lo metieron rápidamente a la guardia. El paciente estaba visiblemente mal, en gasping, agonizando.
La guardia explotaba, todo lleno, ninguna cama libre. Ni siquiera una camilla.
En mi desesperación, entraba y salía del shock room tratando de encontrar un milagro. Frustrado ingreso al paciente a la sala 2, en su silla de ruedas.
El hombre, de unos 60 años me miraba angustiado y suplicante, sabía que se estaba muriendo, y yo también lo sabía.
Repentinamente se tira para atrás, relaja sus esfínteres y entra en paro. Ayudado por el personal de la guardia, acomodamos al paciente en el suelo y comienzo con las maniobras de RCP. Ya sabía que no podía salir, pero seguía comprimiendo, transpirado y sucio por la materia fecal que toqué por descuido.
El paciente falleció. Tenía muchas comorbilidades.
Noto que la silla de ruedas tiene una impresión que dice PAMI, y sospecho que el paciente era jubilado.
Los familiares se retiraron acongojados, llevaron el certificado de defunción, pero dejaron la silla.
La silla de ruedas del PAMI quedó en la guardia y comenzó a ser utilizada como cualquier otro recurso inventariado del hospital.
El primer hecho ocurrió una semana después. Un paciente aguardaba en el nebulizadero, que pase toda su medicación. Juraba que alguien lo empujó.
Del golpe, ganó una herida superciliar y 3 puntos de sutura.
- Se habrá dormido y se cayó -, justificó la enfermera de turno.
Otro día, un mucamo aseguró que la silla de ruedas se movió sola. Tuvo miedo y llevó la silla al depósito. Al día siguiente la silla volvió sola.
Los camilleros se resistían al uso de la silla de ruedas del PAMI, como se la bautizó. Pero en un ambiente asistencial saturado, cada tanto alguien la usaba.
Un fin de semana, un paciente que había ingresado con dolor de pecho aguardaba, sentado, la interconsulta del cardiólogo.
No parecía un síndrome coronario típico, pero igual se hizo la interconsulta. El cardiólogo lo halló sentado en la silla de ruedas, sin signos vitales y con los ojos abiertos.
La silla de ruedas comenzó a generar miedo en el personal. Muchos ni siquiera querían tocarla.
Se presionó a todas las jefaturas para que se diera de baja al insumo tenebroso. Algunos jefes calificaban dicho temor como infundado y supersticioso.
Una tarde, una ambulancia de la UCCEM se la llevó, quien sabe dónde. No volvimos a tener noticias de la silla de ruedas del PAMI.