05/05/2024

Un caso de Justicia por mano propia moviliza una campaña de ayuda para el "Justiciero"



Un caso de justicia por mano propia sacude a Corrientes, empujar a profundizar el debate acerca de la efectividad de la Justicia penal correntina y moviliza a todo un barrio que hasta impulsa colectas para ayudar al que denominan “el justiciero” detenido y su familia.
 
Aunque la historia tiene un porqué anterior, todo comenzó, o tuvo su desenlace fatal, el pasado miércoles 3 alrededor de las 14, en la esquina de Yugoslavia y Cerdeña, en el barrio 17 de agosto de la Ciudad de Corrientes. Por la zona caminaban dos conocidos delincuentes con largos prontuarios, de esos que caen detenidos y a las pocas horas son liberados por la Justicia correntina y nunca terminan condenados. Se trataba de Emanuel Ponce, de 32 años, y uno mucho más famoso que el: Martín David M. V., alias "Martincito", de 24 años.


 
Alrededor de las 14, un vehículo VW Gol de color rojo se les puso a la par y del interior resonaron por lo menos disparos. Uno impacto de lleno en el pecho de Ponce. “Martincito” alcanzó a huir corriendo del lugar.
 
Las primeras investigaciones orientaron el caso hacia un ajuste de cuenta o un caso de Justicia por mano propia. Los dos atacados eran muy conocidos por la Policía de Corrientes. En su haber tenían causas por robos de distinto tipo y por lesiones. Muchas veces fueron detenidos, y siempre quedaban rápidamente en libertad.
 
Tras horas de búsquedas y algunos allanamientos en distintos barrios de Corrientes, la policía logró alrededor de las 20.15 la detención de un comerciante correntino: Carlos Ramos, de 32 años. En su poder se secuestró un revolver calibre 22 marca Bagual y el VW rojo. Ponce y Martincito habían ingresado en por lo menos dos oportunidades a robar a la casa de Ramos, quien en una ocasión los corrió con un machete.
 
Todo hace indicar que Ramos, tras el último robo que sufrió a manos de los dos delincuentes, y ante la inacción policial, su esposa, Silvina, asegura que no quisieron ni tomarle la denuncia, se cruzó con los dos y cometió el error tomar la Justicia en sus manos.

Familiares del delincuente muerto intentaron incendiar la casa de Ramos en el barrio La Olla y debió intervenir la policía para levar algo de tranquilidad a la zona. Silvina, enfermera y esposa del comerciante detenido y considerado un Justiciero por sus vecinos, denunció que enfrenta amenazas de muerte y ataques con piedras durante la noche. "Cruzan por acá y gritan cosas, amenazaron con prender fuego la casa, ella tiene tres nenas. Tuvimos que sacar todas las cosas de acá porque no está segura” aseguró un familiar de la pareja.
 
Claro, mientras los familiares de Ponce intentaban atacar la casa de Ramos, aparecieron en escena amigos, vecinos y familiares de Ramos y se produjeron enfrentamientos a piedrazos. Mientras esto sucedía, otro conocido delincuente de la zona conocido como "Nahuelito", se metió a la casa del comerciante detenido para intentar robar los cables de la vivienda y lo poco que quedaba dentro.
 
Silvina relató que ante uno de los robos, la familia se embarcó en su propia investigación para dar con los delincuentes. Carlos logró lo que la policía no pudo o no quiso: capturar a los tres sospechosos a quienes entregó a la policía, pero a las horas ya estaban nuevamente en libertad.
 
Al decir de la mujer, los ladrones comenzaron a burlarse de Carlos, cada vez que se cruzaban. “Ellos pasaban por acá y se burlaban, le decían `me llevaste preso y estoy afuera´”. “La impotencia lo llevó a esto, donde lo veían se reían de él. Ayer a la siesta –por el miércoles- me llevó al barrio 17 de Agosto y se cruzó con estos dos que se le volvieron a reír en la cara, después de ahí no lo volví a ver” dijo Silvina a medios radiales correntinos.
 
Ahora, en redes sociales amigos y vecinos de Ramos organizan una campaña para ayudarlo. Lo apodan "el justiciero" y lo felicitan por "acabar con un chorro". "El justiciero necesita de nuestra ayuda para costear los honorarios de su abogado, familiares y amigos están presentes. Tras este hecho de que un laburador está preso mientras que los que entraron en su casa están libres como si nada", detallaron.


 
"Pedimos colaboración para costear la defensa para empezar a mover sus papeles, sea 20, 50 pesos, todo será bienvenido. Ahora él nos necesita a nosotros, así como en algún momento nosotros necesitamos de él, un tipo tan bueno, indicaron. El alias es carolina.323.tero.mp
 
Además, para este domingo 7 de abril organizaron un arroz con pollo a beneficio de Silvina, la esposa de Ramon, y sus hijos, "ya que Carlos era el único sostén de la familia" resaltan.
 
Mientras los vecinos y familiares de Ramón denuncian "ausencia total de la comisaría 21, nos dejaron totalmente solas, fuimos y venimos y nunca tuvimos repuesta favorable, ahora Ramos está detenido por hacer justicia por mano propia", Silvina, su esposa, lo defiende asegurando que su pareja “cometió el hecho movido por la impotencia ya que días anteriores habían sufrido un fuerte robo”.
 
Y vuelve a su relato: "El Viernes Santo en horas de la madrugada nos desvalijaron la casa y yo me entero recién a las 9 de la mañana. Mi marido me pidió que vaya a hacer la denuncia porque él estaba trabajando, en la Comisaría 21 me tuvieron hasta las 11 y no me tomaron la denuncia, solo algunos datos de qué fue lo que se habían llevado", recordó.
 
Para la Policía el caso está esclarecido, para la Justicia se abre un debate que debe ser mucho más profundo de lo que parece. No son pocos los casos en los últimos meses en que vecinos de Corrientes toman justicia por mano propia en la Capital Correntina. Tampoco es la primera vez que una ola de robos y ataques a la propiedad se frena recién después de una acción policial virulenta producto de la presión ejercida por una movilización social, como sucedió semanas atrás en Paso de la Patria.
 
Si bien el camino de la Justicia por mano propia no es el correcto, justo es reconocer que termina siendo el producto del perfecto funcionamiento de la puerta giratoria, la laxitud de la justicia y la inacción de las fuerzas policiales. El profundo debate que nos debemos.