El 38% de los chicos correntinos que ingresan al sistema escolar, terminan el nivel secundario
Solo 16 de cada 100 estudiantes que comienzan primer grado llegan al final del secundario en el tiempo teórico esperado y con conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática. Los datos surgen del informe “Desgranamiento y aprendizajes desiguales: las dos caras de la misma moneda”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Irene Kit, Sergio España (Asociación Civil Educación para Todos), Gabriela Catri, Martín Nistal y Víctor Volman (Observatorio de Argentinos por la Educación). El documento analiza la trayectoria escolar de la cohorte que comenzó primer grado en 2009 y llegó al último año de la secundaria en 2020, utilizando los datos del Relevamiento Anual y las pruebas Aprender 2019.
El pico de la matrícula se alcanza entre el primer y segundo año de la secundaria, con más de 800.000 estudiantes inscriptos en cada uno de esos años. A partir de ese momento se produce un “desgranamiento”: la matrícula decrece cada año, mientras que aumentan las tasas de abandono y de sobreedad (la cantidad de estudiantes cuya edad supera la edad teórica esperada para el año que están cursando). Los altos niveles de sobreedad en los primeros años de secundaria sugieren que muchos estudiantes terminan abandonando después de haber repetido al menos una vez. El 25% de los estudiantes del último año de secundaria tienen sobreedad.
A nivel nacional, de cada 100 estudiantes que comienzan su escolaridad en primer grado, solo 53 llegan al último año de la secundaria en el tiempo esperado (12 años después). Tierra del Fuego (71%), Ciudad de Buenos Aires (66%) y La Rioja (61%) tienen la mayor proporción de alumnos que culminan sus estudios en el tiempo esperado; en el otro extremo se ubican las provincias de San Juan (38%), Corrientes (38%) y Misiones (39%).
“El análisis integrado de los datos educativos muestra con claridad dos caras del sistema: no logra que todos los estudiantes terminen la educación obligatoria y no logra los aprendizajes suficientes. Es un sistema en crisis por el conflicto entre dos mandatos sociales: el tradicional, que entiende la escuela media como proceso de selección para la universidad –sin importar los que queden en el camino–; y el mandato actual, que pretende que todos tengan un nivel de formación que les permita desempeñarse en la vida. La realidad que evidencian los datos frustra a docentes, estudiantes y familias. No se trata de facilismo o rigorismo; sino de revisar qué y cómo enseñar”, explica Sergio España, coautor del informe.
De cada 100 estudiantes que arrancaron primer grado en 2009, sólo el 16% llega al último año de la escuela secundaria en el tiempo esperado (año 2020) y con conocimientos satisfactorios o avanzados en Lengua y Matemática, según los datos nacionales de las evaluaciones Aprender 2019. Los porcentajes más altos se registran en CABA (33%), Córdoba (24%) y Tierra del Fuego (21%). Hay varias provincias donde menos del 10% de los estudiantes llegan al último año de secundaria con la edad y los conocimientos esperados: San Juan (8%), Catamarca (7%), Corrientes (7%), Misiones (6%), Chaco (5%), Formosa (5%) y Santiago del Estero (5%).
“La referencia para analizar la información fue el mandato legal y social de una educación secundaria terminada en tiempo oportuno y con aprendizajes significativos. En diálogo entre pedagogos y economistas, interrogamos los datos disponibles para sintetizar para cuántos estudiantes se está logrando ese mandato. Sin ingenuidades: sabemos que el impacto de la pobreza afecta muchas dimensiones de la vida de los niños, niñas y adolescentes. Pero también con esperanza, confiando en que desde el sistema educativo aún tenemos mucho para dar en la calidad y la pertinencia de nuestras propuestas pedagógicas”, afirma Irene Kit, coautora del informe.
“Estos datos seguirán empeorando si no se inicia un cambio de fondo que ponga en el centro los aprendizajes de los estudiantes, organice la enseñanza enfocándola solamente en los conocimientos que todos debieran lograr, elimine contenidos y disciplinas que solo se sostienen por razones de empleo, y ordene la escolaridad en base a los tiempos para el aprendizaje de cada alumno, en una escuela abierta y conectada con los centros de investigación científica y con el mundo laboral. Hay experiencias en el país y en el exterior que pueden iluminar esa tarea”, señala Susana Decibe, exministra de Educación de la Nación.
“Que solo 16 estudiantes de 100 alcancen a culminar su escolaridad en el tiempo teórico y con los saberes esperados encierra problemas profundos hasta ahora no asumidos. Afrontar una mejora en la calidad y en la inclusión requerirá, entre otros aspectos, centrar la formación docente inicial y continua en torno a prioridades, un pasaje de una educación basada solo en contenidos hacia una educación que en base a contenidos promueva capacidades y competencias, y prácticas de enseñanza y evaluación formativa que habiliten un acompañamiento real y efectivo de las trayectorias educativas”, plantea Elena Duro, exsecretaria de Evaluación Educativa.