28/03/2024

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En las afueras de la ciudad de Bella Vista, a 150 kilómetros de la capital de Corrientes, se encuentra una de las mayores reservas de fósiles del norte de la Argentina: el arroyo Toropí. La gran diversidad de especies y el excelente estado de conservación en el que se encuentran los restos sorprende a los paleontólogos, quienes llegan hasta la enorme cárcava erosiva formada allí para buscar elementos que permitan reconstruir la evolución y desaparición de la fauna prehistórica en Sudamérica.

Los trabajos en Toropí comenzaron hace más de 40 años, a cargo de científicos del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE) y de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Durante la última década y media, las campañas se hicieron más frecuentes y se multiplicaron los hallazgos de grandes mamíferos extintos, como mastodontes, gliptodontes o toxodontes.

Para ubicar históricamente a los animales que vivieron en la región de Toropí hay que remontarse a más de 30 mil años atrás. Los fósiles que allí se encuentran datan del Pleistoceno, que fue la penúltima época del periodo Cuaternario de la era Cenozoica, previa al Holoceno, que es la última etapa en la que se divide la historia de la tierra y se extiende hasta la actualidad.

Según estudios e investigaciones, aunque en términos evolutivos está muy alejada, la forma y el tamaño de la fauna que habitó esta región de Sudamérica hasta hace 10 mil años atrás –que es cuando se produjo la extinción-, es similar a la de África en la actualidad. Por sus características sedimentológicas, cada lluvia cambia el paisaje de Toropí y permite que aparezcan, con una extraordinaria frecuencia, los restos de estos animales.

En Toropí se han hallado fósiles de más de 35 especies que revelan que en esta zona de Corrientes existían mastodontes, que fueron grandes elefantes sudamericanos de más de 4 toneladas; gliptodontes, enormes armadillos de hasta 800 kilos y toxodontes, otro género extinto con características similares a las de los hipopótamos. También se encontraron restos de perezosos terrestres de más de 700 kilos y de tortugas gigantes, con un tamaño similar a las que actualmente se encuentran en las Islas Galápagos, en Ecuador.

La diversidad es muy grande no solamente en lo que hace al número de especies, sino también en cuanto a las formas. Vale destacar que se han hallado registros de pequeños roedores, de 600 o 700 gramos, hasta de enormes mastodontes, de 4 o 5 toneladas.

Todas estas características configuran un magnífico escenario para el desarrollo de distintas líneas de investigación. Es un yacimiento que desde el punto de vista científico tiene un valor enorme.