29/03/2024

A quién apuntó Lohrmann en su carta al hablar del secuestro de Cristian Schaerer

Desde la cárcel de Monsanto, Portugal, donde cumple una condena a 18 años y 10 meses de prisión, el Ruso escribió 40 carillas respondiendo a un periodista. Hizo un repaso de su infancia y cómo se inició en la delincuencia. Extraña a su familia.   



A 16 años del secuestro y desaparición del estudiante de Abogacía Christian Eduardo Schaerer (21), que se cumplen mañana, se difundió una extensa carta escrita por Rodolfo Ruso Lohrmann (54). Está escrita a mano y enviada desde la cárcel de Monsanto, Portugal, a Nahuel Gallota, periodista del diario Clarín, quien se había puesto en contacto con Lopes Guerreiro, abogado del detenido, y acordaron que le enviaría 11 preguntas. La carta se despachó el 22 de agosto y llegó a la redacción del matutino la semana pasada. 
Lohrmann está preso junto a Horacio Potrillo Maidana (58),  oriundo de Paso de los Libres.  Fueron detenidos el 16 de noviembre de 2016, por efectivos de la Unidad Nacional de Combate al Terrorismo de la Policía Judicial de Portugal. Lo capturaron en Aveiro cuando pretendían junto otros asaltantes robar un camión de transporte de caudales. Maidana exhibió un pasaporte como guatemalteco de nombre José Luis Guevara Martínez y Lohrmann mostró un documento similar Nikola Petkov, oriundo de Bulgaria. Recién a principios de febrero de 2017 se descubrió sus verdaderas identidades y sus capturas tuvieron gran repercusión en la prensa de Argentina.

Qué dice la carta

Lohrmann comenzó con un relato de su infancia. Su vida junto a sus padres y una hermana en su ciudad natal de Concordia, provincia de Entre Ríos. Se refirió a su padre, de origen alemán, como un hombre de trabajo dedicado a la agricultura y a su madre,  holandesa, de apellido Krenz, que siempre estaba al cuidado de ellos. 
Tiempo después sus padres vendieron todo y se radicaron en la Capital Federal. Pero, su padre no se adoptó a ese cambio brusco del campo a la ciudad y a los pocos m eses se fueron a vivir a la localidad de Lima. Allí Lohrmann concurrió a la escuela primaria y secundaria.
“Mis padres me exigían que estudiara. Casi no me dejaban faltar a la escuela”, recordó.


Ya en la adolescencia fue teniendo cierta libertad y pasando los 15 años comenzó a relacionarse con gente adulta. Conoció a un hombre de 55 años, a quien lo llamaban el Rafa y con antecedentes penales. El Rafa lo incorporó a una banda de cuatreros. Fue creciendo en edad y delitos. Se apoderaba de camiones de transporte de hacienda. Vendían los animales a un frigorífico y luego devolvían el camión al chofer a quien lo mantenían cautivo hasta  terminar la operación. 
Cuenta también que empezó a vincularse con integrantes de otras bandas. Conoció a algunos de ellos cuando era detenido. 
Ponderó a los abogados que siempre conseguían que lo dejaran en libertad y destacó la persistencia de su madre que siempre lo visitaba en la cárcel y a su primer mujer a la que conoció en la secundaria. De la unión con María Fernanda, que actualmente tiene 33 años y es comerciante y Christian, que sería un profesional. Su padre murió a los 80 años. Estaba postrado a causa de una fractura de cadera. 
En total, Lohrmann reconoció que tiene 7 hijos. Además de esos dos, con otras mujeres fue padre en la localidad de Lima, Campana, Capital Federal, Paraguay y Bolivia. 
Admitió, y lo recordó en varios tramos de su carta, que extraña mucho a su familia. Pero no se arrepiente de todo lo que hizo.

Por el mundo

Entre asaltos, detenciones y excarcelaciones, Lohrmann fue haciendo su capital con el dinero robado a bancos y camiones de transporte de caudales.
Invirtió en una casa en una isla del río Paraná, en la zona noreste de la provincia de Buenos Aires. Allí se refugiaba y disfrutaba de largas jornadas de descanso y pesca.
Contó que compró un colectivo y lo transformó en un motor-home con todas las comodidades. Un día salieron a Mar del Plata. Después fueron más al Sur, cruzaron a Chile. El viaje se extendió por Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil y Uruguay. Dijo que en algunas oportunidades tuvo que cargar el motor-home a una barcaza para cruzar ríos. 
Recorrió varios países de Europa y también estuvo en África.

El silencio sobre Schaerer

“Un caño largo arrepentido que no aguantó la presión del zapato que le apretó el pie y, para limpiar su traste, mandó en cana a todo el mundo e hizo condenar a la mayoría a 25 años contando mentiras. Hay como 15 inocentes entre mujeres, abuelas,  niños y estudiantes”, dijo Lohrmann en una parte de su carta.
Cuando dice “caño largo” se refiere a un delincuente y el ataque está dirigido a Claudio Cornelio Belem, quien, por colaborar con la investigación, según el fiscal de la causa de ese entonces, Oscar Resoagli, recibió una pena de 12 años de prisión por el secuestro de Schaerer.
Cuando habla de niño, se refiere a Gabriel Sudó, que cuando se cometió el secuestro era menor y su participación fue cuidar a la víctima en cautiverio cuando lo llevaron a Paso de los Libres y Uruguayana, Brasil, según consta en el expediente.
A decir “estudiantes” está dirigido a Oscar Salgán, quien fue detenido cuando estudiaba Derecho.
“Sobre la acusación que me hacen del secuestro de Christian Schaerer no puedo decir nada”, expresó. 
Recordó que “cuando vino un juez y un fiscal de Corrientes, hablamos de la familia, de la vida, pero al llegar al tema de Schaerer no hablé más. Me ofrecieron todo tipo de acuerdo y protección. Me hablaron de la Ley del Arrepentido. Se fueron y me dejaron fallos y condenas de la causa para que lea. En una semana volvían para ver si cambiaba de idea. Mantuve mi postura”.
Enfatizó que “a su debido tiempo, voy a contar cómo terminará este cuento”.

La vida en la cárcel

Lohrmann dice que tiene causas pendientes en Bulgaria y  España y, una vez que se cumpla, quiere que lo extraditen a la Argentina.
Además del español, habla en alemán y portugués. La mayor parte del día está en la celda.  Cuando sale al patio corre  hasta unos 9 kilómetros, estima; hace abdominales. Concurre a la biblioteca porque lee mucho. Tienen un buen régimen alimenticio.

Nunca se supo el destino que tuvo el joven 

Después de pagar el rescate de  y al no aparecer el Christian, su madre empezó una batalla inclaudicable que sigue hasta el presente. Recorrió ciudades de esta zona del país, Paraguay y Brasil. Presenció excavaciones y asistió a reconocimiento de cadáveres. Nunca pudo dar con el paradero de su hijo. La búsqueda sigue.
En una de las audiencias del segundo juicio, uno de los detenidos, Raúl Caniche Salgán, al hablar dijo: “Estábamos en Paso de los Libres, en una quinta;  cuando llegaron Lohrmann y Maidana, les pregunté qué hicieron con el chico y Maidana me respondió que los juncos crecen rápido”. 
Caniche Salgán se hallaba preso en la Unidad Penitenciaria Federal  Nº 7 de Resistencia cumpliendo una condena a 25 años de prisión. El 11 de septiembre de 2017 se descompensó. Lo llevaron al hospital Perrando, donde murió el 13 de septiembre. 
En la noche del 21 de septiembre de 2003, Christian Schaerer (21) se hallaba en la casa de su novia en el barrio Cambá Cuá. Se despidió y se dirigió a su domicilio en el barrio Las Tejas. Al llegar, bajó del auto para abrir el portón y en esos momentos aparecieron unos tipos empuñando armas de fuego, que se movilizaban en un Fiat Duna blanco. Lo alzaron por la fuerza y huyeron a toda velocidad. Algunos vecinos fueron testigos del hecho. Eran alrededor de las 23. Alertada la policía y sin saber bien de qué se trataba se montó un dispositivo de búsqueda del coche. La investigación determinó que Christian fue trasladado a un Chevrolet Corsa gris y lo sacaron de la ciudad con destino a Saladas, donde habría permanecido unos días. Luego, lo llevaron a Paso de los Libres, lo cruzaron a Uruguayana, Brasil. Días después lo volvieron a traer a Paso de los Libres y desde entonces se perdió todo rastro.