20/04/2024

Sonaron sirenas y se reforzó el pedido de justicia por las víctimas de la AMIA

Por decreto presidencial, el de ayer fue día de duelo nacional. Por eso, u-n móvil de la Policía de Corrientes se apostó frente a la fachada del edificio del Scholem Alejem –sede de la comunidad judía local– y, a las 9.53, cumplió con el toque de las sirenas. Por la noche, familiares correntinos hicieron un sentido homenaje.



Rolando Titiosky es correntino y reside desde hace años en Buenos Aires. Ayer regresó a la provincia para participar como orador principal en el acto de recordación por los 25 años del atentado a la AMIA, el fatídico 18 de julio de 1994, donde 85 personas perdieron la vida en el estallido.
Fue convocado por haber vivido de cerca la tragedia. “Estaba en casa de mi esposa cuando me avisaron que hubo un atentado. Cuando me acerqué, vi la cara de terror de las personas que estaban viendo las imágenes por televisión”, recordó el ingeniero en diálogo con La República.
Ese día, falleció su prima hermana, Paola Sara Czyzewski, con 21 años, cuando iba a comprar un café.
“Cuando pude enfocar la televisión, lo que vi fue a mi tía Ana bajando por los escombros, intentando escarbar para llegar al subsuelo. Allí había ido mi prima, que estaba en la AMIA circunstancialmente ese día y había ido a buscar un café”, relató. Toda la familia acompañó como sostén la búsqueda infructuosa de los días y semanas posteriores.  Y ahora, 25 años después, el dolor persiste.
“Quiero dejar en claro que, a mi criterio, ese no fue un atentado antisemita”, remarcó Titiosky. “Fue contra el pueblo argentino. Los muertos –que fueron 85– no pertenecían todos a la AMIA. El lugar es el núcleo comercial de la ciudad de Buenos Aires, en el corazón del barrio de Once. Eso lo convirtió desde el primer minuto en un atentado contra los argentinos. Aunque, recién en los últimos tiempos, esa conclusión parece ser más general en la sociedad”, reflexionó.
Otra parte de su mensaje, en el que iba a centrar por la noche su discurso en el acto en el Scholem Aleijem, apuntó a “la incompetencia absoluta del poder político durante todos estos años. Empezando con Menem y hasta la actualidad”, remarcó.
Al final, hizo hincapié en “la necesidad de recordar, de tener memoria y seguir recordando. Solo así se podrá seguir en la búsqueda de los culpables. No hay que cesar en la búsqueda”.
La recordación del atentado y el homenaje a las víctimas se realizó ayer, en todo el país y también en Corrientes.  Mientras que –tras el decreto de duelo nacional dispuesto por el presidente Mauricio Macri, días atrás–, una patrulla de la policía hacía sonar las sirenas en San Martin al 1400, el gobernador Gustavo Valdés se sumó a los mensajes de recordación.
“A 25 años del ataque terrorista a la AMIA, seguimos acompañando en el dolor a toda la comunidad judía argentina. Porque tenemos memoria, exigimos verdad y justicia para sus víctimas y familiares”, tuiteó el mandatario provincial, con el hashtag #AMIA25años.
El mensaje de Valdés se suma a los expresados por las redes sociales por parte del presidente Mauricio Macri y de la vicepresidenta Gabriela Michetti, quien aseguró: “Hoy recordamos a cada una de las víctimas del atentado en la #AMIA25años y mantenemos el compromiso de que se haga #Justicia”.

La carta de la familia de Paola

Paola Sara Czyzewski tenía 21 años, era estudiante de Abogacía y estaba circunstancialmente en el edificio de la AMIA.


Hoy es 18 de enero de 1995, son las 11 horas, es un día radiante y en el cielo no se ve una sola nube pero hace mucho calor. Como todas las semanas, llegamos con el coche al Cementerio de La Tablada y nos separamos por unos instantes. Ana (mamá), acompañada por Andrea (hermana), se encamina hasta el puesto de flores, y Luis (papá) y Marcelo (hermano) entramos sin esperarlas. En unos minutos estamos frente a esa piedra blanca con la misma inscripción que todas las que la rodean “VÍCTIMA DEL ATENTADO A LA AMIA”. Nos agachamos para tocar y besar esa piedra blanca y fría en donde está escrito su nombre y vemos algo muy chico que se mueve detrás de esa piedra.
Es una hormiguita muy chiquita que arrastra en forma muy dificultosa un pedazo de hoja de árbol cuyo tamaño es mucho mayor que el de su propio cuerpo. Tropieza, se cae, se levanta y sigue. Vuelve a caer porque sopla algo de viento pero se levanta, sigue y así varias veces.
Así era Paola, de cuerpo chiquito pero capaz de cargar sobre ella todo lo que se le asignaba y todo lo hacía bien.
Estudió en ORT la carrera de Perito Mercantil y, una vez recibida y habiendo probado trabajar en el estudio contable de sus padres, descubrió que su vocación no eran las Ciencias Económicas y se volcó al estudio del Derecho. Eso la apasionó. Estaba en su tercer año de estudio y había llegado a la mitad de su carrera y, como premio a los resultados que tenía, se propuso hacer un viaje a Europa en donde tendría que estar en estos momentos. Quería que ese viaje se hiciera como producto de su propio esfuerzo; por eso hacía trabajos en la computadora del estudio y con lo que ganaba por mes iba a pagar ese viaje tan ansiado. En agosto encontramos el sobre donde guardaba ese dinero y el estado de sus cuentas.
Cuando mamá no estaba en casa, asumía el rol de llevarla adelante y lo hacía tan bien como ella.
Tenía todo programado, hasta bromeaba diciendo que iba a tener dos hijos varones que se llamarían Kevin y José. No pudo ser. 
Aunque el camino hubiese estado lleno de piedras y con pozos ella hubiese seguido siempre adelante con lo suyo, con convicción y principios y sin perder fuerza a pesar de las dificultades, igual que la hormiguita.

Papá, mamá, Marcelo, Andrea.