29/03/2024

Una pregunta difícil: “¿Estás listo para viajar a Malvinas?”



Por Juan Aguirre, periodista; 
creador del documental Dos mochilas


El timbre comenzó a sonar y en el aula todos nos miramos, la profesora pidió que aguardemos sentados y se asomó al pasillo; un preceptor le confirmó algo y seguido salimos al patio. Del ingreso a las 6.45, no habían transcurrido las primeras dos horas. ¿Qué está pasando nos preguntábamos? Los alumnos que cursábamos teoría, bachiller y ciclo superior; más todos los de taller, prolijamente ubicados. Todo la Industrial estaba formada. Profesoras, preceptores, porteros; también esperaban en silencio. La Rectora habló y enseguida, por los parlantes escuchamos el comunicado militar: recuperamos las islas Malvinas. 
Aquel recuerdo se hizo presente y acarreó otros. “¿Estás listo para viajar a Malvinas?” Aquella frase significó el play de un timelapse, fue como ver un video acelerado de 36 años con recuerdos, fotos, lecturas, documentales, charlas con combatientes; en un abrir y cerrar de ojos.  José Galván me dio la noticia: 20 excombatientes conformaban el primer contingente para regresar a las islas y con ellos, dos periodistas: Carlos Pino y yo fuimos incluidos. 
Casi de inmediato, la tarea fue repasar archivos, hojear libros, googlear datos; buscando encontrar un inicio de la primera aproximación a un plan de acción, a un borrador de guion; la idea de un documental prendió desde la charla con José. Un interrogante rondaba el proyecto y cada fórmula de abordaje terminaba en x: la palabra. Obtener testimonios sobre lo vivido en combate es como una muralla inexpugnable. En cada repaso sobre el desafío del escenario natural y sus imprevistos; itinerario, clima, audio, iluminación; los testimonios nos conducían a esa incógnita.   
En una reunión con Carlos resolvimos la ecuación, despejamos la idea de reconstrucción histórica, eliminamos la voz del narrador y elevamos a la máxima potencia la vivencia en el terreno de los protagonistas. A minutos de embarcar, parte de la ecuación se verificaba correcta: el viaje despertó una ansiedad y expectativa desbordantes, algunos testimonios podrían surgir. 
La base de Mount Pleasant nos recibió con llovizna, viento y cielo cubierto. Durante una semana recorrimos Darwin, los montes Harriet, Williams, Tumbledown y Kent; el aeropuerto de Puerto Argentino, las colinas de Sapper Hill y la costa este del estrecho San Carlos. Cruzar a Gran Malvina fue inalcanzable por el costo y las condiciones meteorológicas. 
Al trepar por las laderas, alcanzar posiciones; la dureza de aquellos días se respiraba en el frío aire del sur. Un bombardeo de emociones constantes cercaba cada expedición. Alegría y emoción se apreciaban como balas trazadoras en medio de la oscuridad. 
Darwin fue especial comparada a las otras excursiones, cada uno de los veinte excombatientes pudieron despedirse de sus camaradas. Lágrimas y plegarias, treinta y seis años contenidas, se presentaron como sentida ofrenda, con todos los honores. Y como si de un ritual de iniciación se tratara me descubrieron momentos que son parte de la eternidad gloriosa de la guerra de Malvinas. Sus historias me llevaron a conocer acciones de combate, de castigos hoy investigados por la Justicia federal. Los que murieron bajo fuego y los que cayeron por hambre.
¿Puede alguien estar preparado para la guerra? ¿Para enfrentar a la muerte y volver de la guerra?
El ejercicio de revisión de la guerra de Malvinas multiplica preguntas y respuestas. Al Estado le tomó décadas tomar bajo su responsabilidad a los jóvenes conscriptos que combatieron a las fuerzas británicas de la OTAN. Y nosotros, testigos contemporáneos o vecinos de aquellos jóvenes correntinos ¿estamos listos para honrarlos como héroes?

Contar en películas

La primera cinta de gran repercusión fue dirigida por Bebe Kamin y se llamó:  Los chicos de la guerra (1984), estrenada el 2 de agosto de 1984, con la llegada de la democracia. 
Además, mediometrajes como Estamos ganando, periodismo y censura en la guerra de Malvinas (2005), de Roberto Persano y Elena Ciganda y El refugio del olvido (2002), de Diego Alhadeff. Por su parte, los cortometrajes Guarisove, los olvidados (1995), de Bruno Stagnaro, que formó parte de la primera entrega de Historias Breves (1995) -selección de cortometrajes producidos por la Enerc- e impulsó la carrera de su realizador. También se destacan Vamos ganando (2001), de Ramiro Longo y La mentira (2004), de Juan Chechile. Iluminados por el fuego (2005), dirigida por Tristán Bauer;  Operación Algeciras (2003), de Jesús Mora, Desobediencia debida (2008), de Victoria Reale, Peligro nuclear (1999), de Milos Twilight, La Campana (2010), de Fredy Torres, La deuda interna (1988), de Miguel Pereyra, El mismo amor, la misma lluvia (1999), del oscarizado Juan José Campanella y la multipremiada internacionalmente Un cuento chino (2011), de Sebastián Borensztein con Ricardo Darín, entre tantas.