24/04/2024

Impotencia, desazón, miseria



No habré de referirme a los miles de ciudadanos que inundados, con el agua dentro de sus viviendas cuando no en medio del barro, sin suministro de energía soportando como pueden, estoicamente, la situación que por estos días los acucia.
A esos de nuestros semejantes ¿Quienes no los hemos visto aún como la están "pasando" en estas actuales circunstancias? Pero sí haré referencia a los hombres y mujeres de nuestros campos. Los pequeños o medianos productores. Esos que no viven de los planes asistenciales, trabajos varios en ciudades y pueblos, o haciendo changas. Esos que nacieron y se criaron con la cultura del trabajo, laborando la tierra todo el año, criando unos pocos animales para el sustento de sus familias procurando les sobren unos pesos para aguantar viviendo todo el año dándose algunos pequeños gustos de progreso y un digno "pasar" cuando obtienen una buena cosecha.
Bien. ¿Los has visto en estos días, con sus pocas hectáreas inundadas. Sus chacras de tabaco, algodón y otras especies de las llamadas sementeras bajas, o sus huertas caseras irremediablemente fundidas?
Esos productores. A los que, "el carro de la paciencia y la huella de la experiencia les fue mermando el apuro" (tal cual lo expresa en sus versos un chamamé). Solo los invade la resignación". Será el año próximo  piensan y dicen aferrándose a la esperanza y el esfuerzo de tener que "a agachar el lomo" nuevamente, Dios quiera sea esa vez, obteniendo, ahora si, la recompensa que se merecen en esa tierra generosa que los vio nacer y que por ello constituye su solar irreemplazable.
Prefieren aguantar los caprichos de la madre naturaleza, con cierto "confort", antes que emigrar a pueblos o ciudades, probablemente a engrosar cinturones de miseria. A tener que vivir en "casas" con paredes y techo de chapas de cartón, o en el mejor de los casos, herrumbradas chapas de zinc, añorando los tiempos de allá ité.
Para colmo de sus males, por uno u otro motivo, sus hijos ya grandecitos, "volaron" a otros lejanos lares a educarse y trabajar para intentar un mejor futuro cuanto que saben y ven que en el campo les será imposible.
Se produce en esos casos, cada vez mas frecuentes, tremendos tajos que generan una inconmensurable tristeza y angustia en el seno de las familias paternas.
Y el "nido" queda vacío... Solos él y ella.
Es que ante esas juveniles decisiones impetuosas... ¿Qué padres serían tan egoístas capaces de retenerlos y oponerse a semejante toma de esa atrapante aventura que intentarán con mayor o menor éxito los jóvenes, y que es desde hace años, una realidad?
Pues bien, amiga/o lector. Esto que le relaté a mi manera, sin exageraciones, es la más cruda, pura realidad.
Algo que muchas veces, no somos capaces de ver ni comprender.
 
Luis María Díaz Colodrero
DNI 6.145.349