24/04/2024

Sin habilitación ni control, cada vez más argentinos usan el cigarrillo electrónico

Los consumidores hacen caso omiso a la prohibición porque valoran los beneficios de vapear. No obstante, especialistas reafirman su peligrosidad y desde la Anmat aseguran que no levantarán la prohibición 



El uso de los cigarrillos electrónicos está prohibido en el país pero se vende sin restricciones por la Web o en espacios públicos. Y hay gente que se junta en bares y plazas a vapear de Buenos Aires, entre tantos lugares.
Solo en el buscador más conocido de venta online salen 4.500 resultados tras escribir “cigarrillo electrónico”. Hay opciones básicas y también versiones más sofisticadas para vapear, una práctica cada vez más utilizada entre los argentinos, según una publicación hecha por el diario porteño Clarín. Internet no es el único sitio para adquirirlos: se consiguen en los parques y hasta los ofrecen los vendedores ambulantes en los semáforos. Esto ocurre a pesar de que está prohibida su comercialización por una disposición de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).
No está claro su impacto sobre la salud aunque los expertos advierten que no es inocuo. Además, preocupa la falta de regulación. “Hay una biblioteca a favor y otra en contra, tenemos que seguir investigando. El problema es que ya llegó, su uso viene creciendo a pasos agigantados y, al no ser legal, el que vapea no tiene certezas sobre lo que consume. Hay que cambiar la estrategia para proteger al usuario”, dice Marta Angueira, cardióloga y especialista en Cesación Tabáquica del Hospital Ramos Mejía.
El vapor sale por las ventanillas de los autos. En algunos bares y plazas también se ve a la gente con el cigarrillo electrónico, muchos lo usan en grupo. Son cilindros de tres centímetros de diámetro por 10 de largo. Suelen ser metálicos y cuentan con una batería que calienta el líquido que se introduce como en un nebulizador y, en general, contiene nicotina y saborizantes. Se carga como el celular. En uno de los extremos tiene un pico, similar al de una botella, por el que se inhala. Los más baratos salen $ 100 y hay opciones hasta por $ 3.000.
“La principal diferencia entre el cigarrillo común y el electrónico es que este último no tiene combustión, proceso que activa 50 sustancias cancerígenas, entre ellas el alquitrán, y promueve la aparición de radicales libres, que provocan trastornos cardiovasculares. Sin embargo, no es inocuo”, explica Cristina Borrajo, neumonóloga y ex presidenta de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.
“Además de nicotina, que ocasiona problemas cardiovasculares y mantiene la adicción, el electrónico contiene un químico, el propilenglicol, que al calentarse a altas temperaturas para generar el vapor produce nitrosamina, otra sustancia cancerígena”, detalla Borrajo, que coincide en que hay un incremento en su consumo.
Entre los riesgos, también está la posibilidad de que explote la batería, (aunque los casos reportados son aislados) y que los niños sufran intoxicaciones por consumir accidentalmente los líquidos con nicotina.
Las autoridades reconocen el aumento del consumo, aunque afirman que no planean levantar la prohibición de la Anmat de 2011, que fue ratificada en el año 2016.